Carlos Javier Vega murió el 3 de febrero de 2024 por heridas de balas disparadas por militares que lo habrían confundido con un terrorista. Según sus padres, fueron cuatro disparos. Hay una investigación abierta para esclarecer su muerte, que se dio en pleno estado de excepción en la ciudad costera de Guayaquil, una de las más violentas del Ecuador. Te explicamos en qué circunstancias falleció.
Cerca de las 10:50 de la mañana del viernes 2 de febrero de 2024, Carlos Javier Vega, de 19 años, y su primo Eduardo Velasco, de 34, iban en un carro Chevrolet Aveo concho de vino, cuando se toparon con tres militares que bloqueban el paso. Estaban en la calle Domingo Comín y la avenida Vicente Trujillo, en el populoso sur de Guayaquil.
Desde el 8 de enero de 2024 es común el despliegue de militares en las calles del Ecuador porque desde esa fecha empezaron a regir múltiples estados de excepción con el objetivo de combatir a al menos 22 organizaciones del crimen organizado, que han sido declaradas como grupos terroristas por el gobierno, y por ende, son consideradas objetivos militares.
Este estado permite que las Fuerzas Armadas, entre otras cosas, hagan revisiones a vehículos, ciudadanos, puedan entrar a domicilios sin órdenes judiciales, y puedan utilizar su poderío bélico contra los criminales a discreción.
Entre enero y febrero de 2024 hubo más de 9210 detenidos, al menos 241 por terrorismo. Al 1 de marzo ya eran más de 11 mil. Los dramáticos índices de homicidios y delitos, que habían convertido al Ecuador en el país más violento de América Latina, se redujeron entre diciembre de 2023 y enero de 2024: de 28 muertes violentas al día a 6, según el entonces viceministro de Gobierno, Esteban Torres.
Sin embargo, organizaciones de derechos humanos han advertido que la medida da un amplio margen para abusos a los derechos humanos. Entre ellos, la persecución, e incluso muerte, de inocentes.
§
Carlos Javier Vega y Eduardo Velasco se dirigían a la Universidad Salesiana para venderle un cachorro de raza Pitbull, hijo de la mascota de Velasco, a un amigo de Carlos Javier Vega. El cachorro iba con ellos en el vehículo.

Capturas de pantalla de la conversación entre Carlos Javier Vega y su amigo al que le vendería el perro el 2 de febrero de 2024. Fotografía cortesía de Gloria Bone.
Velasco, quien conducía el carro, dice que cuando vio a tres militares impidiendo el paso por la calle, bajó la velocidad. Un militar le pidió que se detenga, dice Velasco, quien se bajó y le dijo que iba “aquí no más” porque, explica, estaba a diez metros de la entrada de la Universidad donde debía encontrarse con el comprador del cachorro.
El militar, según Velasco, le dijo que no podían pasar porque estaban haciendo “un allanamiento”. Velasco recuerda que en ese momento vio que a su derecha había un callejón lleno de policías y militares.
Velasco regresó a su carro para retroceder y regresar por la misma calle que, dice, estaba estrecha por los vehículos estacionados.
Mientras retrocedía, dice Velasco, dos militares se acercaron caminando y apuntándole con sus armas, por eso, dice, se asustó y se distrajo y se chocó, rayando un patrullero de policía, un vehículo blanco marca Kia. “Ahí el militar me empieza a dar puntapié a la mascarilla del carro. Golpea. Golpea. Patada. Patada. Y le dije ‘tranquilo, espérate que me estoy rayando, muevo mi cabeza para ver lo que había hecho y estaba un poco alzada la lata de mi carro, como pegada con la lata del patrullero”, continúa Velasco.
Dice que aceleró para poder despegarse del patrullero pero no podía, entonces forzó el motor. El carro salió y en ese momento escuchó disparos. Primero creyó que eran del allanamiento que sabía que estaban haciendo.
Recuerda que su primo Carlos Javier le dio un manotazo en el hombro y le dijo “ñaño”. “Se puso pálido verdoso”, dice Velasco, y cree que perdió el conocimiento porque su cuerpo se venció hacia adelante, en el asiento del copiloto.
Velasco se dio cuenta que su primo estaba herido.
La versión de las Fuerzas Armadas
A las ocho de la noche del viernes 2 de febrero de 2024, las Fuerzas Armadas publicaron un comunicado titulado Terroristas aprehendidos ante un intento de ataque a un retén militar.
Según el comunicado, durante una operación militar en Guayaquil, “un vehículo Chevrolet Aveo color rojo intentó evadir el control embistiendo a personal militar e impactando contra el vehículo de la patrulla”. El documento dice que la respuesta de las Fuerzas Armadas fue disparar “para precautelar la seguridad del personal”.
Además, dice que empezaron “la persecución alcanzando al vehículo metros más adelante” y constataron que “dos presuntos terroristas se encontraban heridos”. Según el boletín oficial, los heridos recibieron primeros auxilios y fueron llevados al hospital.
Junto al texto hay dos fotografías: una del carro con las cuatro puertas abiertas y los impactos de las balas en la ventana del copiloto. Al lado del carro está un militar en cuclillas y una persona con un short morado boca abajo: Carlos Javier Vega.
La segunda fotografía está dividida en dos. Al lado izquierdo está Eduardo Velasco, boca abajo, con el hombro y brazo izquierdos ensangrentados. Velasco mira a la cámara pero su rostro está pixelado. En la foto de la derecha está, de nuevo, Carlos Javier Vega, la cabeza hacia un lado y con el brazo izquierdo tocando su cintura.
Ese día, medios de comunicación, con base al comunicado de las Fuerzas Armadas, publicaron noticias tituladas: “Terroristas fueron aprehendidos ante intento de ataque a retén militar”, “Terroristas intentaron atacar un retén militar; “Terroristas” capturados: hombres fueron aprehendidos tras intento de ataque a retén militar en Guayaquil.
“Nunca los embestí, nunca les tiré el carro, nada de eso”
Eduardo Velasco, quien es taxista y comerciante, cuenta que ese día salieron de la casa de sus abuelos, con su primo Carlos Javier Vega, a vender el perro”. Carlos Javier Vega, dice Velasco, había pactado con un amigo de él la venta. El amigo y comprador vive por los alrededores de la Universidad Salesiana, también en el sur de Guayaquil.
Luego de que escuchó los disparos y vio a su primo herido, Velasco dice que aceleró y evadió a los militares que impedían el paso por el operativo que estaban haciendo, para poder llegar al hospital más cercano, el Teodoro Maldonado Carbo. “Nunca los embestí, nunca les tiré el carro, nada de eso”, aduce Velasco, en referencia al comunicado de las Fuerzas Armadas.
Camino al hospital para que atiendan a su primo, luego de esquivar a los militares, Velasco se dio cuenta que tenía una herida en el hombro derecho. “A lo que giro el volante siento que se me desmaya el hombro” recuerda.
Fue entonces cuando tomó su celular, que estaba pegado al parabrisas, e hizo una videollamada a su esposa. “Mi amor, me dispararon los militares, me mataron a Javier, no sé qué pasó, sólo me dispararon, no sé si hubo cruce de balas, no sé nada, no sé si es conmigo, o no es conmigo, pero quiero llegar al hospital”, recuerda que le dijo a su esposa.
Velasco dice que conducía por la calle Domingo Comín en dirección norte sur y cerca de la parada de la Metrovía de la Caraguay se detuvo ya que el semáforo estaba en rojo. Se bajó “porque ya no me respondían las piernas”, dice. En ese momento, explica, llegó una camioneta militar que los estaba persiguiendo ya por cinco minutos. “Por favor, ayúdenme trayendo una ambulancia que está bien herido mi primo y yo también estoy herido”, dice Velasco que les dijo.
Según Velasco, los militares lo tumbaron al piso, lo golpearon y le pisaron la herida. Por eso, explica, en la fotografía que publicaron las Fuerzas Armadas sale con el hombro y brazo ensangrentado. Minutos después, dice Velasco, llegó la Policía que le pidió desbloquear su celular y abrir Whatsapp. Revisaron los chats, y la mayoría eran de la cooperativa de taxi donde trabaja. También inspeccionaron su carro, en el que no habrían encontrado nada sospechoso.
En ese momento, Carlos Javier Vega había recuperado la conciencia y Velasco dice que a pesar de que estaba claramente herido los militares lo botaron al piso y lo golpearon, le pisaron la cabeza. “Cuando nos bajaron “me pisaban la cabeza, igual mi primo, quien estando mal herido también recibió golpes”, dice Velasco.

El carro que manejaba Eduardo Velasco, en el que también iba Carlos Javier Vega, luego de ser revisado por los militares; la ventana del copiloto con impacto de las balas. Cortesía de Gloria Bone.
“Revíseme el teléfono, revíseme el carro, revise todo. Yo no tengo antecedentes. Yo no tengo nada malo para que me hayan disparado”, alega Velasco que les dijo. Él recuerda que un policía habría dicho “efectivamente, él es taxista y ahí hay puros registros de grupos de taxis ejecutivos”.
Luego de la inspección policial, Velasco y Vega fueron trasladados al hospital del Guasmo. A Eduardo Velasco le cosieron cinco puntos en la espalda que dejó una herida de bala. Y luego lo trasladaron a la Policía Judicial.
Carlos Javier Vega recibió cuatro disparos que comprometieron sus dos pulmones, su columna vertebral y un riñón. Murió al día siguiente.
El cachorro que iban a vender, cuenta Velasco, se perdió en medio de la detención; “andaba por ahí de mano en mano” recuerda. Velasco dice que no supo más del perro porque tuvo que cumplir arresto domiciliario.
Los cargos contra Velasco
Eduardo Velasco fue procesado por el delito de ataque o resistencia que consiste en resistirse “con violencias o amenazas a los empleados públicos, depositarios o agentes de la fuerza pública…”, según el Código Orgánico Integral Penal (COIP). Dependiendo de los agravantes se castiga con cárcel de entre 2 meses y 26 años.
El sábado 3 de febrero de 2024 fue la audiencia de calificación de flagrancia y formulación de cargos. Su abogado, Oswaldo Velasco, quien también es su padre, solicitó arresto domiciliario para su hijo mientras se daba la instrucción fiscal —que duró 30 días—, pedido que fue acogido por la fiscal del caso.
GK tuvo acceso al expediente en el que se menciona que tres miembros de la Policía y tres miembros de la Infantería de Marina de la Armada debían brindar su versión de los hechos ante la Fiscalía.
Gloria Bone, tía de Carlos Javier Vega y Eduardo Velasco, dice que en la audiencia de flagrancia, la Fiscalía abrió una investigación por la muerte de Vega, y que esta investigación fue trasladada a Quito. Las diligencias por la investigación de la muerte de Vega comenzaron en la primera semana de marzo.
En esa misma audiencia, dice Bone, la Fiscalía abrió otra investigación por presunto fraude procesal luego de que la defensa de Velasco señalara que las declaraciones escritas de tres militares “decían lo mismo, con puntos y comas iguales”.
Mientras guardaba arresto domiciliario, Velasco dice que esperaba “limpiar nuestros nombres y que no quede impune la muerte de mi primo, porque no somos personas de mal”.
“No puedo trabajar, tengo una familia que depende de mí y no puedo hacer nada”, dijo Velasco en febrero de 2024 a GK. El objetivo de la defensa es esclarecer lo que sucedió porque “se dijo que habían abatido a terroristas”, dijo.
Los padres de Carlos Javier Vega entregaron un escrito a la Fiscalía Octava de Personas y Garantías de Guayaquil, al que GK tuvo acceso, en el que denuncian el asesinato de su hijo.
Los denunciados son dos cabos y un marino de la Infantería de Marina de Ecuador. Según el expediente del caso por ataque y resistencia contra Eduardo Velasco, uno de los uniformados señalados presentó un escrito en su calidad de “denunciante-víctima”.
Los padres de Carlos Javier Vega también solicitaron “obtener los vídeos de las cámaras de seguridad” del sector, de la Autoridad de Tránsito Municipal de Guayaquil (ATM), del ECU 9-1-1, de la Universidad Salesiana, y de un banco privado.
“Demostraremos que los miembros de la Infantería de la Marina son los responsables de la muerte de nuestro hijo, así como solicitaremos las diligencias necesarias, sumadas a las diligencias que su autoridad ordenará”, dice al final del escrito.
GK se comunicó con un comandante de las Fuerzas Armadas, encargado del área de Comunicación, para saber si hay otro pronunciamiento sobre el caso. Él respondió que más allá de la “información oficial que se encuentra en las redes oficiales de FFAA”, no podría “indicar [nada] ya que es un proceso que cumple la Fiscalía”.
La acusación de ataque y resistencia
Dentro de la instrucción fiscal del caso en el que Velasco estaba acusado de ataque y resistencia, la Fiscalía llamó a “rendir una versión libre, voluntaria y sin juramento” de los hechos a infantes de marina y a policías. Los últimos dos citados a rendir su versión de los hechos debían ir la tarde del 29 de febrero de 2024.
También, según un documento de la Fiscalía del 26 de febrero de 2024, al que GK tuvo acceso, la Fiscalía pidió al Jefe del Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses de la Zona 8 que designe a dos peritos quienes serán los encargados de la reconstrucción de los hechos.
La reconstrucción de los hechos iba a ser el viernes 1 de marzo. Sin embargo, según otro documento de Fiscalía del 3 de marzo, ese día no se llevó a cabo “por falta de traslado del procesado [Eduardo Velasco], quien se encuentra con arresto domiciliario”. La nueva fecha para la reconstrucción de los hechos fue el viernes 8 de marzo a partir de las 12 del mediodía.
A finales de marzo de 2024, según Abraham Aguirre García, abogado del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), se aplicó el principio de oportunidad —cuando el fiscal del caso se abstiene de iniciar la investigación penal o desiste de la ya iniciada—y desistió de seguir con la investigación contra Velasco.
La investigación por extralimitación en la ejecución de un acto de servicio
La investigación contra tres militares por el delito de extralimitación en la ejecución de un acto de servicio comenzó en febrero de 2024 tras la denuncia de la madre de Carlos Vega por la detención de su hijo y sobrino que terminó en la muerte de Carlos Vega de 19 años. Laura Ipanaque, madre de Carlos, puso la denuncia contra el cabo segundo Christian Alvarado, el cabo primero Gary Morejón, y el marino Alexis Carreño.
Según el COIP, este delito se comete cuando el servidor de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional o seguridad penitenciaria se extralimita en un procedimiento de servicio “sin observar el uso progresivo o racional de la fuerza” y que como consecuencia “produzca lesiones a una persona”. En el caso de la muerte de una persona, según el COIP “será sancionado con pena privativa de libertad de 10 a 13 años”.
En marzo de 2024, el proceso seguía en la etapa de investigación previa. Gloria Bone, la tía de Carlos Javier, le dijo a GK que “ese caso lo lleva el Fiscal Farez Christian, encargado de la Unidad Especializada en Investigación de Uso Ilegítimo de la Fuerza” y que estaban a la espera de una resolución.
En junio de 2024, se cumplieron seis meses de la muerte de Carlos Vega y la familia todavía estaba a la espera de la reconstrucción de los hechos. Bone dijo que, dentro del proceso, la Fiscalía solicitó a las instituciones correspondientes hacer los informes del caso y que los oficios habían sido cumplidos. Sin embargo, Bone dijo que “los infantes [presuntamente involucrados en el caso] siguen con su vida normal”.
El 7 de agosto de 2024, la Fiscalía dispuso que el 6 de septiembre se hiciera la reconstrucción de los hechos, y la pericia de trayectoria balística. Luego de la reconstrucción de los hechos, según la Fiscalía, los peritos designados debían presentar el informe de lo sucedido en un plazo de 30 días.
El 20 de diciembre de 2024, fue la audiencia de formulación de cargos contra Cristhian Patricio Alvarado, miembro activo de la Armada del Ecuador, por el delito de extralimitación en la ejecución de un acto de servicio con resultado de muerte.
Abraham Aguirre le dijo a GK el 23 de enero de 2025, que la audiencia fue únicamente contra Alvarado porque es el militar “que disparó en contra de Carlos Javier y de Eduardo”. También dijo que es probable que se vincule a los otros dos militares dentro de la instrucción fiscal.
El abogado dijo que los familiares de Carlos Javier “están confiados en que la justicia falle a su favor y de que exista verdad y reparación en su caso”. El 10 de enero de 2025, los padres de Carlos Javier, Laura Ipanaque y Carlos Vega, presentaron una acusación particular “para que sean parte activa del proceso y pueda exigir reparación integral”.
El 22 de enero les concedieron medidas que incluyen prohibir a Cristhian Alvarado a concurrir a determinados lugares o reuniones, de acercarse a la víctima, testigos y a determinadas personas, en cualquier lugar donde se encuentren, de realizar actos de persecución o de intimidación a la víctima o a miembros del núcleo familiar por sí mismo o a través de terceras personas y extensión de la boleta de auxilio.
Según la Fiscalía, los elementos de convicción —entre los que estaban informes, la reconstrucción de los hechos, versiones de los militares que estuvieron en el operativo y una denuncia de la madre de Carlos Vega— “hacen presumir la participación del procesado” en lo que sucedió el 2 de febrero de 2024 en Guayaquil.
El 20 de diciembre la Jueza de Garantías Penales dictó medidas cautelares de presentación periódica y prohibición de salida del país para el militar procesado, mientras dura la instrucción fiscal.
¿Quién fue Carlos Javier Vega?
Carlos Javier Vega Ipanaqué tenía 19 años. Su primo, quien es uno de los voceros para hablar en nombre de la familia, dice que a Carlos Javier le gustaba la música, ayudaba a sus padres, de lunes a viernes, en la panadería que tienen y el fin de semana tocaba el bajo en su iglesia.

Al igual que sus hermanos, Carlos Javier Vega iba a la iglesia los fines de semana junto a sus padres, y tocaba el bajo con el grupo de la iglesia. Cortesía de Gloria Bone.
Con los ojos vidriosos, al otro lado de la pantalla, Eduardo Velasco lo recuerda como “una persona dinámica, que le ayudaba en el trabajo a mi tía. Iba de la casa al trabajo y del trabajo a la casa y los fines de semana a su iglesia”.
Carlos Javier Vega tenía tres hermanos: Carlos, que trabaja, Nicole que está en el colegio, y Sarita, la más pequeña. Todos, dice Velasco, van los fines de semana a la iglesia. Son cristianos, al igual que sus padres.
Con la voz entrecortada, Velasco dice que Carlos Javier Vega le decía todo el tiempo que quería pertenecer a la Armada. “Quería ser infante de marina”, dice su primo.
Tenía una segunda opción: quería estudiar comercio exterior. “Él era muy inteligente para sistemas, cuando alguien no sabía algo de cámaras o televisores, lo buscaban porque él lo solucionaba”, continúa.
La familia de Carlos Javier Vega creó una cuenta en Instagram llamada “Justicia para Javi 🤍” donde publican fotografías, declaraciones que han dado a medios, y recuerdos de él para que el caso no quede en la impunidad y haya justicia.
Únete a la GK Membresía y recibe beneficios como comentar en los contenidos y navegar sin anuncios.
Si ya eres miembro inicia sesión haciendo click aquí.